Lo que el Bullying le hace al Cerebro
- Salud Mental Ecuador

- 24 jul.
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Por Lic. Diego Cárate, Mgtr. en Educación Inclusiva

El acoso escolar, comúnmente llamado bullying, va mucho más allá de una simple confrontación entre estudiantes. Se trata de un problema serio de salud pública a nivel mundial. Según la Asociación Americana de Psicología, este fenómeno se define como un comportamiento agresivo repetitivo e intencional que busca causar daño o incomodidad a otra persona (Dana Foundation, 2024). Los efectos que se generan por su continua exposición no solo acurren a nivel emocional, sino que también pueden generar alteraciones físicas en las diferentes estructuras del cerebro.
Cambios en el Cerebro por la Exposición Prolongada al Acoso
Diversos estudios han demostrado que sufrir bullying de forma constante durante la niñez y adolescencia puede generar transformaciones en el cerebro.
Estos cambios no son menores, ya que se han vinculado con un aumento del riesgo de padecer trastornos mentales.
Uno de los hallazgos más relevantes es la reducción del volumen del núcleo caudado y el putamen. Aunque estas zonas no están asociadas directamente con la ansiedad, son fundamentales para funciones como la motivación, la atención, la regulación emocional y la percepción de recompensas. La investigadora Erin Burke Quinlan, del King’s College London, destaca que las alteraciones en estas áreas pueden explicar la relación entre el acoso severo y una ansiedad generalizada más intensa.
En otras palabras, el bullying afecta cómo una persona interpreta su entorno y gestiona sus emociones.
Adicional, también se han observado modificaciones en la sustancia blanca cerebral, lo que puede favorecer el desarrollo de depresión. Estudios más recientes han identificado impactos en otras regiones involucradas en el manejo de las emociones, como la amígdala y la corteza prefrontal (Fernández-Daza, 2016). La primera está implicada en el procesamiento del miedo, mientras que la segunda ayuda en la toma de decisiones y la regulación emocional. Cuando estas áreas se ven alteradas, se dificulta la interpretación de señales emocionales y la gestión de las propias reacciones, lo que contribuye a un estado persistente de desequilibrio emocional.

Hormonas del Estrés: El Cortisol y sus Consecuencias
El bullying efectuado de forma constante en el tiempo eleva de manera significativa los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Esta sobreproducción puede tener efectos duraderos: incrementa la sensibilidad al estrés y altera los circuitos relacionados con el placer y la motivación.
El impacto no se limita al sistema nervioso
El sistema inmunológico también se ve comprometido. La exposición continua al estrés puede generar inflamación crónica, un factor relacionado con enfermedades físicas como la hipertensión y la obesidad, así como con trastornos del estado de ánimo. Esto demuestra que el daño causado por el bullying puede afectar tanto la salud mental como la física.

Consecuencias para Quienes Ejercen las Agresiones
El daño del bullying no se limita a quienes lo sufren. Investigaciones han encontrado que tanto víctimas como agresor@s presentan tasas elevadas de ansiedad y depresión en la infancia. Además, l@s acosador@s, en particular, tienen un mayor riesgo de desarrollar trastornos de personalidad antisocial en la edad adulta. Este dato subraya que el acoso escolar es un fenómeno que impacta negativamente a tod@s l@s involucrad@s, perpetuando ciclos de violencia y deterioro emocional.
La Esperanza que Ofrece la Neuroplasticidad
A pesar del panorama preocupante, existe una posibilidad de recuperación gracias a la plasticidad cerebral. Durante la adolescencia, el cerebro todavía está en formación, lo que le permite adaptarse y cambiar. La neuropsicóloga María José Acebes señala que "el sistema nervioso en esta etapa es altamente moldeable y es posible revertir aprendizajes negativos" (Elkarte, 2019). Esta capacidad ofrece una ventana de oportunidad para intervenir y promover la recuperación emocional y cognitiva.
Conclusión
El bullying deja una marca profunda en el cerebro, alterando tanto su estructura como su funcionamiento. Afecta regiones clave para la regulación emocional, el procesamiento de la información y la toma de decisiones. Reconocer el acoso escolar como una amenaza real para la salud cerebral es fundamental para diseñar políticas y programas que no solo protejan a las víctimas, sino que promuevan un desarrollo sano en tod@s l@s niñ@s y adolescentes.
Referencias
Bullying and the Brain. (2024). Dana Foundation. https://dana.org/resources/bullying-and-the-brain/
Elkarte, L. A. (2019). El bullying puede provocar cambios en el cerebro y predisposición a sufrir enfermedades mentales. Universitat Oberta de Catalunya. https://www.uoc.edu/es/news/2019/025-bullying-enfermedades-mentales
Fernández-Daza, M. (2016). Neuropsicología del acoso escolar. Función mediadora de la conducta prosocial. Revista Mexicana de Neurociencia, 110-117.
KING'S College LONDON. (s.f.). Cómo afecta el bullying al cerebro. https://www.kcl.ac.uk/archive/news/ioppn/records/2018/december/how-bullying-affects-the-brain

Muy buena información
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