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LA ADOLESCENCIA Y LA SENSACIÓN DE SER INVENCIBLE

Por Mallerly Yoza

La adolescencia es un período de transformación en el que se experimentan no solo cambios físicos, sino también importantes evoluciones cognitivas, emocionales y comportamentales. Una de las características definitorias de este estadio es la percepción de invencibilidad, fenómeno que puede influir en conductas de riesgo y en la toma de decisiones. 

Se refiere a la tendencia de jóvenes a subestimar los riesgos y sobrevalorar sus habilidades, lo que muchas veces conduce a comportamientos peligrosos tales como la conducción temeraria, el consumo de sustancias y prácticas sexuales de riesgo. Esta actitud no debe entenderse como mera irresponsabilidad, sino como la consecuencia de procesos de maduración incompletos y del desarrollo de estructuras cerebrales específicas.


La integración de datos neurobiológicos y psicológicos permite comprender no solo el “qué” de los comportamientos de riesgo, sino también el “por qué”.


Lawrence Kohlberg propuso un modelo de desarrollo moral que, aunque originalmente no estaba destinado a explicar la percepción de invencibilidad, ofrece un marco para entender cómo adolescentes comienzan a tomar decisiones basadas en principios morales y en la comprensión de normas sociales. Durante la adolescencia, quienes son jóvenes se encuentran en una fase en la que transitan desde un razonamiento basado en la obediencia y el castigo hacia una etapa en la cual se empiezan a incorporar consideraciones de justicia y de proporcionalidad en sus juicios. Sin embargo, este proceso es gradual y, en muchos casos, la interpretación propia del riesgo y la seguridad puede verse distorsionada, generando una sensación de invulnerabilidad.


El psicólogo David Elkind explicó que much@s adolescentes creen que no les pasará nada malo porque piensan que controlan todo o que los problemas no los afectarán. Esto está ligado al egocentrismo, donde sienten que son el centro de atención y que sus experiencias son únicas. Por eso, les cuesta imaginar que algo malo pueda pasarles.


Desarrollo del Córtex Prefrontal


Fig.1. En adolescentes, la búsqueda de recompensas pesa más que evitar riesgos, debido a un sistema de recompensa fuerte, uno de evitación débil o poco control, ligados al estriado ventral, la amígdala y la corteza prefrontal. (Ernst et al., 2009)
Fig.1. En adolescentes, la búsqueda de recompensas pesa más que evitar riesgos, debido a un sistema de recompensa fuerte, uno de evitación débil o poco control, ligados al estriado ventral, la amígdala y la corteza prefrontal. (Ernst et al., 2009)

A nivel neurológico, el desarrollo del córtex prefrontal es crucial para la toma de decisiones informada y el control de impulsos. El córtex prefrontal es una estructura que continúa madurando hasta bien entrada la tercera década de la vida. Durante la adolescencia, la inmadurez de esta área cerebral se asocia con una menor capacidad para evaluar riesgos y una mayor propensión a comportamientos impulsivos y de riesgo.


Estudios de neuroimagen, tales como los realizados por Ernst et al. (2009) y Steinberg (2008), han evidenciado que la activación del córtex prefrontal en adolescentes es significativamente menor al compararlo con adult@s. Esta ineficiencia puede traducirse en una evaluación menos precisa de los riesgos asociados a determinadas conductas e incluso encontrarlas gratificantes. 


Además, Galván (2010) ha indicado que durante la adolescencia, la recompensa y la búsqueda de sensaciones pueden llegar a estar en fuerte disociación del control ejecutivo, lo cual refuerza la tendencia a adoptar comportamientos impulsivos sin considerar las consecuencias a largo plazo. 


Esto explica no solo la tendencia a tomar decisiones arriesgadas, sino también la dificultad para aprender de experiencias negativas y cambiar conductas después de haber enfrentado consecuencias. 


Relacionado a Conductas de Riesgo


La percepción de invencibilidad tiene una correlación positiva con conductas de riesgo, l@s adolescentes que han tenido conductas de riesgo, incluyendo consumo de alcohol y sustancias, presentan una marcada tendencia a subestimar la posibilidad de eventos adversos.


El entorno también afecta cómo l@s adolescentes ven los riesgos. La presión de amistades, modelos de conducta en redes sociales o medios, y la falta de supervisión pueden hacer que se sientan más invencibles. Steinberg (2007) señala que jóvenes que enfrentan mucha presión social tienden a ignorar las consecuencias negativas. Esto se refuerza por una cultura que a veces muestra el riesgo como algo atractivo. Por eso, es importante que las familias y las escuelas enseñen a jóvenes a pensar de forma crítica y a evaluar los riesgos de manera realista.


¿Cuáles son los comportamientos de riesgo más comunes?


La conducta de riesgo en la adolescencia abarca una amplia gama de comportamientos, entre los que destacan:


  • La conducción a alta velocidad o bajo la influencia de sustancias ha sido identificada en numerosos estudios, justificándose en parte por la creencia de no ser susceptibles a accidentes graves.

  • El uso de alcohol, tabaco y otras drogas se correlaciona fuertemente con la percepción de invulnerabilidad, ya que adolescentes tienden a minimizar los posibles efectos nocivos a corto y largo plazo.

  • La práctica de relaciones sexuales sin protección o con múltiples parejas es otra manifestación de esta actitud, exacerbada por una sensación de inmunidad a enfermedades y consecuencias emocionales.

Las implicaciones de estos comportamientos son profundas, afectando no solo la salud física y mental de l@s adolescentes, sino también su futuro y el bienestar de sus comunidades.

Conclusión


La adolescencia es una etapa de oportunidades y retos. Aprender a reconocer los propios límites y las consecuencias de las decisiones es clave para estar mejor, tanto personal como socialmente.


El cerebro de adolescentes, especialmente el córtex prefrontal, aún no está completamente desarrollado. Esto, junto con un sistema límbico muy sensible a las emociones y las recompensas, hace que jóvenes tomen decisiones impulsivas y subestimen los riesgos. Por eso, a veces actúan contra su propio bienestar, incluso si adult@s o expert@s les advierten.

El entorno donde crecen l@s adolescentes también es muy importante. Una buena comunicación familiar, modelos positivos y actividades que promuevan el pensamiento crítico ayudan a reducir la sensación de invencibilidad. Es normal que adolescentes se sientan invencibles, pero esto puede ser riesgoso. Por eso, hay que crear estrategias para ayudarlos a tomar decisiones saludables.


Madurar no solo implica crecer físicamente, sino también desarrollar un mejor juicio y conocerse a sí mism@s. Estos son pasos esenciales para que los jóvenes puedan aprovechar su potencial, reconociendo sus límites y vulnerabilidades.


Crear espacios donde l@s adolescentes puedan hablar y reflexionar les ayudará a cuestionar la idea de que son invencibles y a construir una conciencia de cuidado personal y colectivo.



Referencias Bibliográficas





 
 
 

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